Hace 50 años, todo comenzó como una exclusiva bodega de vinos y luego se convirtió en una discoteca vibrante. En 1995, el edificio pasó a ser primero una carnicería, después un local de mariscos y, finalmente, el inicio de De Heeren. Con los años, se forjaron nuevas amistades, surgieron historias de amor y se sumaron nuevas generaciones. De Heeren ha cambiado con el tiempo, pero hay algo que siempre ha permanecido igual: esa sensación acogedora y cálida de volver a casa.